El amoniaco era conocido por los antiguos alquimistas,
que descubrieron su obtención y sus propiedades.
Primeramente se obtuvo
calentando orina con sal común y tratando el producto resultante con álcalis.
El gas así obtenido se denominó espíritu volátil. El cloruro
amónico se importó por primera vez en Europa desde Egipto, donde se preparaba a
partir del sublimado que se formaba al quemar los excrementos de los camellos.
Se cree que los antiguos sacerdotes egipcios conocían ésta sustancia, pues el
nombre de sal amoniaco parece tener alguna relación con el
dios egipcio Ra Ammon. Calentando en retornas algunas sustancias orgánicas,
tales como pezuñas o cuernos de animales, desprendías amoniaco, y su disolución
acuosa fue conocida primitivamente por espíritu de asta de ciervo; PRIESTLEY lo llamó aire
alcalino. BERTHOLLET, en 1785, demostró que el amoniaco es un compuesto de
hidrógeno y nitrógeno.
El amoniaco se produce
en la Naturaleza por la acción de bacterias de la putrefacción y de formación
de amoniaco sobre la materia orgánica del suelo. Por éste motivo se percibe
olor a amoniaco en establos y corrales, donde ésta acción tiene lugar.
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